Uno de los principales problemas a los que se enfrenta el
género cómico es la idiosincrasia del país que refleja el tipo de humor que
transmite. El humor británico, francés, italiano, español, argentino,
estadounidense, danés, ruso... están basados en el carácter que transmite cada país y cómo entienden el humor de distinta manera a cualquier otro país culturalmente distinto. Con la infinitud de
títulos de cada casa podríamos ejemplificar el reflejo de cada sociedad en el
cine. Lo mejor que tiene 'Despido procedente' es que rompe un poco con la estética clásica del humor español y argentino. Lo
importante es que logra atrapar al espectador en esa amalgama de piedras y
tropiezos en el camino, dando variedad al humor en todas sus facetas (ácido,
negro, cómico, irónico...), y como resultado el espectador cree en la
verosimilitud de lo que sucede en todo el desarrollo de la historia. La
película no solo funciona por esa amalgama de actores secundarios de altura
(Hugo Silva, Luis Luque, Miguel Ángel Solá), también por un gran Imanol Arias
que solventa su papel con creces y un Darío Grandinetti magnífico.
Javier (Imanol Arias) alto ejecutivo venido a menos que
acaba como expatriado en Argentina, convencido de que la eficacia no está
reñida con la cuestión humana. Cae en desgracia por el acoso inmisericorde de
un pesado, Rubén (Darío Grandinetti), a quien da mal una dirección, lo que
termina convirtiendo su vida en un infierno. Casi como enemigos mortales, poco
a poco acercan posturas hasta encontrarse juntos en el mismo bando.
Lucas Figueroa, hispano-argentino, conoce bien la
idiosincrasia de los defectos y virtudes del español y el argentino. De ahí que
se defienda bien dando forma a un Imanol Arias que, como español, no comprende
bien lo que le rodea en un país extranjero, cosa con la que se defiende como
pez en el agua. Como complemento, a la pareja formada por esos dos grandes,
Hugo Silva ejecuta su buen hacer como catalizador de esta disparatada historia.
Poco más se puede decir de una comedia, entretenida,
divertida, disparatada, pero que el director consigue hacer verosímil de manera
elocuente, combinando en toda la cinta distintos calibres de humor que bien
puede ser entendido (quizá no en su totalidad) en cualquier país del mundo.
Quizá sea esa una de sus mayores virtudes, así como también que lo disparatado
y cómico de una historia así acabe resultándole al espectador creíble y ameno:
para lo que se creó este invento del demonio del séptimo arte, el entretenimiento.
A fuer de ser sincero, es una de esas películas de las que
desearía ver un extenso making off con todo lujo de detalles, porque ha de ser
desternillante poder ver a toda esa colección de monstruos dando cera cómica
por doquier, con todo el equipo de producción dando cobijo a cada errata. Tan
solo reseñar un punto en contra: quizá pudiera haber escrito un guión más
crítico Lucas Figueroa respecto al mundo ejecutivo y su idiosincrasia, donde
podría haber aprovechado el humor para haber realizado un aporte ironizando en
tono jocoso sobre los sinsabores del alto ejecutivo.


© Daniel Moscugat, 2017.
® Texto protegido por la propiedad intelectual.
0 comentarios:
Publicar un comentario