Cuando
finalizó la película, me invadió un enorme sentimiento de tristeza. Hubiera
deseado que no acabase nunca o no me hubiera importado pagar lo que fuese por
ver un par de horas de más. A simple vista, uno lee el argumento y da
la sensación de acercarse a un drama de teleserie de madrugada, de esos que
reponen para el relleno de las intempestivas horas en las que compite con las emisiones de teletienda de cualquiera de los canales de TDT.
Y nada más lejos de ello.
Narra la historia de Mia (
Emma Stone), una joven que aspira a ser actriz pese a
sus innumerables rechazos y de Sebastian (
Ryan Gosling), un pianista de jazz al
que despiden de su trabajo como "animador" ambiental de un restaurante y se halla en las últimas económicamente. Juntos emprenden el
camino hacia la consecución de los sueños, y juntos aprenden a tener que
sacrificar algunas cosas para alcanzar otras.

Desde
el inicio la película derrocha una vitalidad y un optimismo fuera de toda
órbita. En seguida se sumerge el espectador en un mar de ensoñación del que es difícil despertar hasta que te topas con el "The End" al finalizar la cinta. Estará flotando por entre una explosión de champán burbujeante de sonrisas a lo
largo del plano secuencia que recuerda muy mucho a películas de la era dorada
de los musicales de Hollywood, cuando se retroalimentaba una y otra vez en sus
disquisiciones y su solapada autopromoción. Baste decir que se le viene a uno a
la cabeza, por ejemplo, el chispeante y encantador inicio de
Las señoritas de Rochefort (
Jacques Demy, 1967), con el gran Gene
Kelly a la cabeza del reparto.

Toda
la cinta se desarrolla bajo el prisma de la yuxtaposición entre la magia de los
sueños y la cruda realidad. No obstante, el mensaje que deja esta encantadora y
emocionante película es que nada puede con la posibilidad de convertir los
sueños en realidad, si no se ceja en el empeño por conseguirlos y, sobre todo,
que siempre se necesita una mano amiga cerca para poder ayudar a tirar del cabo.
Para contar todo esto,
Damien Chazelle (
Whiplash, 2015) basa su narración en el
espíritu que transmite el primer plano-secuencia con la que abre el film.
Aprovecha además la canción original que da título a la película en español para
hacer de ello un himno a la esperanza (City of Stars) y todo ambientado bajo el espíritu ensoñador de una burbuja fantástica donde
hasta un simple casting se convierte en todo un momentazo mágico, en el que uno
sólo se apercibe que está en el siglo XXI cuando aparecen los teléfonos móviles
como arma arrojadiza de la realidad. Cuando no es así, creerá vivir sumergido
en los años dorados del Hollywood de los musicales, donde se encuentran referencias
innegables a películas como
Top Hat (Sombrero de copa, 1935),
SwingTime (En alas de la danza, 1936),
The Band Wagon (Melodías de Broadway, 1953),
Las señoritas de Rochefort (1967)
Fellini 8½ (1963) o innegablemente
Singin' in the rain (Cantando bajo la lluvia, 1965) dejan su huella y su perfume en esta película.

Bajo
la premisa del calor de las notas musicales del jazz y sus derivados, detalles
como la escena de baile cayendo el sol en Mulholland Drive, de algo más de seis
minutos de metraje, en un solo plano secuencia sin cortes, dan buena cuenta del
riesgo y la complejidad del rodaje de esta gran película. Como colofón (podría
estar hablando de detalles hasta la saciedad)
La la land desprende una
extraordinaria armonía y belleza en todo su conjunto al mismo tiempo que parece
todo desordenado como si
Bill Evans fuese el que estuviera al piano en uno de
sus míticos himnos, y avalado por dos estrellas que destilan química a
raudales, dentro y fuera de la pantalla, como son Ryan Gosling y Emma Stone; es su tercer metraje juntos (
Crazy, stupid love, 2011 y
Gangster Squad-Brigadas de élite-, 2013).

La
historia de
La la land es una banda sonora, armoniosa y sin complejidades, en sí misma, con
un trasfondo de realidad que nunca desaparece, puesto que la ilusión de la
pareja por encontrar a la persona que la acompañe por su periplo va
desintegrándose conforme los peldaños que conducen a sus respectivos sueños se
van separando, conformando un bello círculo, que se quiebra por la continua
lucha contra las decepciones, complementados con esa guinda de la ensoñación de un final de
película con lo que pudo haber sido y no fue.
Ya
ha hecho historia esta cinta con los 7 Globos de Oro obtenidos, acicalándose con la proximidad de los Oscar. Jamás antes consiguió otra película semejante botín (antes de esta, 6 había conseguido "
Alguienvoló sobre el nido del cuco"): Mejor película de comedia o musical, Mejor actriz (Emma Stone), Mejor actor (Ryan Gosling), Mejor director (Damien Chazelle), Mejor guion (Damien Chazelle), Mejor banda sonora original (Justin Hurwitz), Mejor canción original ('City of Stars').
Y todo lo que podría resumir este encantador musical lo dice Emma
Stone tras recibir su estatuilla: «La
esperanza y la creatividad son
dos de las cosas más importantes del mundo. Creativos a los que alguna vez le
hayan cerrado la puerta, aquellos que alguna vez haya sido tentado con
abandonar... Esta película es para vosotros, los soñadores». Vaya, pues, mi brindis para todos los soñadores...
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